¡A la conquista del mundo, mi pequeño viajante!
¡A la conquista del mundo, mi pequeño viajante!
Como pareja, Carlos y yo teníamos nuestra rutina de preparación para un viaje: la noche anterior poníamos en las mochilas algo de ropa, artículos de aseo, documentos de viaje y voilà, estábamos preparados para partir.
Ahora, como flamantes padres de Víctor Enrique, nuestro pequeño viajante, el proceso ha cambiado «ligeramente». Para nuestro primer viaje en avión, recuerdo haberme plantado una semana antes de partir frente a las maletas tratando de decidir si todo lo que tenía pensado empacar cabría en la mediana o si tendría que llevar la grande. ¡Adiós a las mochilas!
En aquel momento, mis preocupaciones no sólo se reducían a cuántos pañales debíamos llevar o cuántas mudas de ropa tendría que empacar, sino que abarcaban temas como qué hacer con el tan querido ritual del baño, o dónde dormiría el pequeño.
La solución al primer problema nos la dio la abuela materna de Víctor cuando nos regaló una bañera de viaje, un invento muy práctico que permite al bebé disfrutar plenamente de su baño sin que los padres tengamos que preocuparnos particularmente por las instalaciones del destino (aunque en casos de apuro, sabemos que un lavamanos limpio nunca falla).
El segundo punto lo resolvimos fácilmente. Ahora sólo hacemos reservas en hoteles que tengan cunas para bebés, dato que se puede consultar en las condiciones del sitio. Tenemos una cuna de viaje, muy cómoda si nos movilizamos en auto, pero inviable para los traslados en avión gracias a las restricciones de peso y número de bultos que las compañías aéreas han impuesto en los últimos años.
Otro aspecto sensitivo a la hora de viajar con un bebé es la alimentación. Tenemos la fortuna de que nuestro pequeño se nutre principalmente de leche materna, con lo cual tiene su comida lista y calientita en todo momento. No obstante, hace unos meses empezamos con la alimentación complementaria, lo que nos lleva a considerar temas tales como la esterilización de los utensilios para comer o el agua que le ofreceremos.
El estómago de los bebés es muy delicado por lo que para prevenir cualquier malestar, una vez agotadas las reservas de agua que llevamos de casa, nuestra solución es comprar una botellita de agua mineral baja en sodio, apta para la preparación de alimentos de bebés; en muchos casos las etiquetas tienen una imagen de un bebé, lo cual facilita la identificación sin importar el idioma. Para la limpieza siempre viajamos con un poco de líquido limpia biberones y un cepillo.
Por supuesto, el equipaje de nuestro pequeño viajante no se limita a los puntos que he mencionado, también incluye medicamentos, mantas, toallas, su cuento para dormir, juguetes y una gran lista de etcéteras.
Es por eso que en miras a facilitarme la vida, he elaborado un listado de «imprescindibles» para tener como referencia a la hora de hacer el equipaje:
- Artículos de aseo personal como gel de baño, esponja, cepillo, aceite de almendras para su masaje, hisopos y tijeritas para sus uñas (tengo que cortárselas casi a diario, crecen muy rápidamente).
- Un botiquín con esenciales como termómetro, medicamentos para la fiebre, solución salina en caso de que tenga mocos, aspirador nasal o el medicamento para los cólicos/gases. También sus vitaminas.
- Al menos cuatro mudas de ropa por día, algunas ligeras otras más cálidas para cambiarlo en función de cómo evolucionen el día y nuestras actividades.
- Muchos pañales. El número variará en función de las necesidades de cada bebé, pero en mi caso suelen ser al menos cinco por día.
- Baberos y toallitas secas, muy útiles cuando el bebé babea mucho.
- Toda la documentación necesaria para acreditar que se trata de nuestro bebé (pasaporte, documento nacional de identidad (si lo tiene)), especialmente si se trata de un viaje al extranjero.
- Suficiente provisión de leche en polvo, potitos de comida y cereales para todo el tiempo que dure la estancia. Es probable que en el destino se pueda comprar, pero nadie garantiza que encontremos la misma marca o el mismo tipo.
- Baberos desechables y toallitas húmedas para la hora de la comida.
- Suficientes biberones y artículos para comer.
- Sabanitas y toallas de baño
- Cochecito y mochila portabebé.
- Bloqueador solar y repelente de insectos (dependiendo del destino y la época del año en la que se viaje, por supuesto).
- Sus juguetes favoritos.
- Todo lo relacionado con su ritual del sueño, libros de cuento, canciones, una mantita especial, un peluche, etc. Bien para las siestas o para el sueño nocturno nunca debemos olvidar cualquier detalle que haga más placentero y confortable este importante aspecto del día a día de nuestro bebé.
- Y por último, aunque no por ello menos importante, tener a mano en el teléfono o la tableta las canciones y vídeos que le gustan a Víctor. Esto nos ha salvado en más de una ocasión cuando el aburrimiento amenazaba con alterar el ánimo de nuestro pequeño viajante.
Por supuesto, a esto hay que agregar una bolsa de mano bien equipada para un día repleto de actividades y descubrimiento.
Estamos a punto de emprender nuestro quinto «viaje para tres» y como podrán imaginar, ya no empiezo a organizar el equipaje una semana antes ni me llevo todas las pertenencias del pequeño a cuestas como si fuera una mamá caracol; he aprendido a confiar en mi experiencia y en mi instinto y sobre todo a relajarme para disfrutar de lo más importante, la aventura de re-descubrir el mundo a través de los ojos de mi pequeño.
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