Conociendo Marruecos: Moulay Idriss y Volubilis
Conociendo Marruecos: Moulay Idriss y Volubilis
Calles pequeñas y enrevesadas, minaretes que se levantan entre edificios, mercados y vendedores ambulantes, olor a comida traído por el viento, tejados verdes, un sol inclemente, murallas y puertas majestuosas, fuentes refrescantes, mosaicos romanos, tallas en madera o yeso cuya belleza deja sin respiración y sobre todo gente amable, gente auténtica; esto y más fue lo que encontramos en nuestra segunda visita a Marruecos.
Por su cercanía a España y considerando que contábamos con un día feriado de por medio, Carlos decidió obsequiarme por mi cumpleaños con un viaje a este vecino país del norte africano.
Nuestra aventura comenzó en Tánger. Tras aproximadamente una hora de vuelo, aterrizamos en el aeropuerto Ibn Battuta (nombrado en honor a uno de los más grandes viajeros de todos los tiempos), pasamos los respectivos controles, cambiamos dinero (como el Dirham marroquí no cotiza en bolsa, se suele obtener un mejor cambio allí que en el extranjero) y nos subimos a un taxi que nos llevó a la estación para tomar el tren a la ciudad imperial de Meknès (Mequinez en español), donde empezó nuestra auténtica experiencia marroquí.
Yo tenía entendido que si estando en un transporte público en Marruecos (tren, autobús, etc.) se tiene planeado comer, es de buena educación llevar suficiente comida como para compartirla con el resto de pasajeros. Por supuesto esto me parecía muy extraño y en efecto no lo creí hasta que vi con mis propios ojos como una persona en nuestro compartimento sacaba un sandwich para él y otro para ofrecerlo a todos los presentes. Éramos cuatro personas y como es de esperar todos dijimos que no. El detalle es que de acuerdo con sus costumbres, para saber si alguien rechaza la comida ofrecida por convicción y no por vergüenza, se debe ofrecer hasta tres veces, así es que así lo hizo el amable pasajero. Curioso, ¿no?
A Meknès llegamos sobre la 01:00 hrs. con lo que pasamos la noche allí y al día siguiente partimos para la ciudad sagrada de Moulay Idriss, hogar del mausoleo de Idriss I, fundador del primer Reino de Marruecos, y descendiente del profeta Mahoma.
Meknès y Moulay Idriss se encuentran separadas por 25 km y a falta de una estación de tren, la mejor forma de llegar es en grand taxi. En Marruecos existen dos tipos de transporte selectivo, los petits taxis y los grands taxis, siendo los primeros aptos para transportar hasta a 3 personas dentro de un entorno urbano y los segundos para llevar un máximo de 6 personas, sobre todo en recorridos interurbanos. Lo más llamativo es que un grand taxi no es más que un Mercedes Benz tipo sedan, antiguo, en el que a simple vista, además del conductor, no parecen caber más de cuatro pasajeros… Pues en este caso, las autoridades permiten que hasta seis personas (cuatro atrás y dos adelante más el conductor) se trasladen en estos vehículos. Jajaja, este era otro punto que la guía comentaba y que yo no pude creer hasta que no lo vi, o más bien, hasta que no lo viví. Como anécdota es curioso, pero he de decir que sin aire acondicionado, con el sol inclemente y los cuarenta y pocos grados que nos abrasaban fuera, es una experiencia que no olvidaré.
Una vez en Moulay Idriss, empezamos a caminar hacia el hostal. Por supuesto, en la plaza central (Plaza Mohammed VI) nos encontramos con alguien que «amablemente y a cambio de unas pocas monedas» nos quería indicar el camino hacia el hotel; por supuesto le dijimos que no, pero él insistió e insistió.
La verdad es que esto de que la gente se acerque a «ofrecer sus servicios de guía» es una forma peculiar de quitar dinero a quienes ellos consideran tienen más, muy extendida por todo Marruecos. Creo que la mejor forma de sobrellevarlo es aprender a decir enérgicamente que no y no dejarse agobiar, porque definitivamente pueden llegar a ser muy, muy insistentes.
La maison d’hôtes La Colombe Blanche, fue el sitio elegido para quedarnos, una excelente recomendación de la guía de viaje y que yo hago extensiva. El sitio está muy limpio, decorado con buen gusto; los dueños, que viven en la planta baja del edificio, son muy atentos y amables y la comida que preparan fue de las mejores de todo el viaje.
Tras instalarnos, salimos a conocer la ciudad. Empezamos a callejear y llegamos rápidamente a la entrada al mausoleo de Idriss I, al cual tenemos la entrada prohibida los no musulmanes por ser un sitio sagrado del Islam. Idriss I fue el fundador de la dinastía Idrísida y su mausoleo es lugar de peregrinación para los musulmanes. Según nos contó un guía local, una persona que no cuenta con suficientes recursos como para costearse la peregrinación a la Meca, puede a cambio, visitar cinco veces en su vida dicho santuario durante el musem o festival religioso de la ciudad.
La ciudad fue edificada sobre una roca y está dividida en dos por el mausoleo, y si se mira desde lejos se observa perfectamente que tiene la forma de un dromedario sentado (cabeza y joroba).
Decidimos tomarnos un tentempié y luego salir de la medina en busca de las grande et petite terrasse, desde donde se tienen las mejores vistas del mausoleo y de la ciudad. Como comenté antes, el calor era febril y el hecho de que abunden las pendientes no ayudaba en absoluto, así es que tras unas cuantas fotos decidimos volver al hotel a descansar para salir más tarde a conocer las cercanas ruinas de la antigua ciudad romana de Volubilis.
Como los locales no suelen ir a Volubilis, ya que es una zona meramente turística, en esta ocasión no compartimos el grand taxi. Se puede ir caminando ya que queda a unos 5 km de Moulay Idriss, pero las condiciones meteorológicas no estaban como para hacer ejercicio. Pagamos unos 120 Dh (más o menos 11€) para que nos llevasen, nos esperasen hora y media y luego nos trajesen de vuelta a Moulay Idriss.
La entrada al recinto romano costó unos 20 Dh y contratamos a un guía que nos cobró 140 Dh por explicarnos durante 1 hr los restos de la ciudad. Volubulis es el yacimiento romano mejor preservado de todo Marruecos y en 1997 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Según comentó nuestro guía, Oualili (nombre Bereber de Volubilis) fue una ciudad muy próspera, dedicada a la exportación de aceite de oliva y trigo hacia Roma. Destacan los numerosos y asombrosamente bien conservados mosaicos presentes en las casas más grandes, junto con el templo de Júpiter, la Basílica (posterior Palacio de Justicia) y el arco del triunfo.
El sitio de por sí es muy interesante y desde su planicie se tiene una perfecta visión de la forma de dromedario que comenté antes tiene Moulay Idriss.
Una vez expiró el tiempo del que disponíamos, volvimos al taxi para regresar a la ciudad, darnos un merecido y necesario baño y prepararnos para cenar.
Es justo decir que esta cena fue una de las mejores de todo el viaje. Empezamos tomando harira, luego yo pedí un tajín de kefta y Carlos uno de pollo al limón, simplemente exquisitos; para cerrar con broche de oro, té de menta y galletas y una amena conversación con el señor Mohammed, dueño del hotel y cabeza de la familia que lo regenta.
Antes de acostarnos, subimos a la terraza a disfrutar de la brisa y de las vistas, y luego a descansar. Al día siguiente nos esperaba el viaje de vuelta a Meknès para descubrir una de las ciudades imperiales que fuera capital del país durante el gobierno del sultán Moulay Ismail.
De momento, dejo aquí la historia de nuestro pequeño recorrido por Marruecos, un saludo y hasta el próximo capítulo.
Rafael perez
Wow, deben ser los panameños mas lejos, del arros con pollo que existan!! (chiste malo) exelente blog, muy buenos destinos, viajo con ustedes!
Natalie Jurado
Muchas gracias por tu comentario Rafael. Me alegra de que te guste el blog; y sí: extraño el arroz con pollo de casita 😉
americaemergente
Natalie! De vez en cuando me doy una vueltita por aqui y veo lo que han escrito, este post de Marruecos me encanto, lo describes maravillosamente. En algun momento ire a Marruecos, dicen que es hermoso, y que el sol en las tardes se pone rojo. Muchos abrazos, Priscila.
americaemergente
Priscila Ramirez (por si las moscas!) 🙂
Natalie Jurado
Hola Priscila;
Muchas gracias por tus palabras!!! Me encanta que te guste lo que escribimos y más aún que te inspire a visitar esos sitios 😉
Marruecos es un país muy bonito, con mucha riqueza histórica, religiosa y gastronómica, que merece la pena visitar y sobre todo ir dispuesto a apreciar y disfrutar de los pequeños detalles….
Nuevamente muchas gracias por tus palabras…Un beso y saludos a tus hermanos…..
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