De leyendas y tradiciones en San Andrés de Teixido
De leyendas y tradiciones en San Andrés de Teixido
Escondido entre las rocas y los bosques de la sierra de Capelada se encuentra una pequeña aldea gallega, a la cual en tiempos inmemoriales llegó a bordo de su barca el apóstol San Andrés. Cuenta la leyenda que las circunstancias del lugar hicieron que su navío naufragase entre los acantilados de la zona y para compensar este mal trago, Dios le hizo una promesa según la cual allí tendría un santuario donde los peregrinos llegarían hasta el final de los días.
Quien se ofreciese al santo y no realizase este viaje en vida, reencarnaría en el cuerpo de un sapo, un lagarto o una culebra para en esa forma cumplir con su promesa. De aquí nace una muy conocida frase gallega que reza:
“A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo”
“A San Andrés de Teixido va de muerto quien no fue de vivo”.
No suena nada bien ese castigo y precisamente por esto la tradición nos habla de una alternativa para aquellos que incumplen su promesa: existe la posibilidad de realizar el peregrinaje tras la muerte, acompañado por al menos dos familiares o conocidos que antes de emprender el viaje visiten el cementerio para invitar al ánima del fallecido a hacer juntos la romería.
Leyendas y tradiciones aparte, una visita a San Andrés de Teixido es sentir la fuerza del viento mientras nos perdemos en el rugir del mar y en la profundidad de sus acantilados, es adentrarnos en su santuario donde atrapan la atención el cúmulo de figuras de cera representando manos, pies, cabezas, cuerpos enteros, animales y otras formas que los peregrinos dejan a un lado del altar y que son testimonio de la intercesión milagrosa del santo, es asombrarse con todas las historias mágicas que flotan en el aire y que los escasos habitantes de la aldea se encargan de perpetuar.
Uno de los rituales que forman parte obligada de la visita a San Andrés de Teixido es pedir un deseo a la Fuente del Santo o Fuente de los Tres Caños, una especie de “manantial mágico” donde cuenta la tradición que los peregrinos deben beber un trago de cada caño, pedir un deseo y luego arrojar una miga de pan a la fuente. Si la miga flota, significa que el deseo se cumplirá, mientras que si se hunde, habrá que ir el siguiente año a volver a probar suerte.
Para mí, lo mejor de San Andrés de Teixido es definitivamente sus acantilados donde rompen con furia las frías aguas del mar Cantábrico y donde la lluvia y la neblina son una constante. No sé si la leyenda de San Andrés será cierta, pero si en algún momento pasó en barco por allí, no dudo que hubiese sido fácil que naufragase, ante las condiciones del mar. Ese mar, que visto desde la seguridad del pueblo, no causa angustia ni miedo, sino admiración y tranquilidad.
Si quieres disfrutar de más fotos de esta visita, no dejes de echarle un vistazo a la galería de fotos que sobre este sitio mágico publicamos hace unos años.