Mi mayor desafío a la fecha: caminando en las Torres del Paine
Mi mayor desafío a la fecha: caminando en las Torres del Paine
Cada vez que subo unas escaleras, mis piernas me hablan. Me recuerdan el esfuerzo que realicé hace unos días en el parque nacional Torres del Paine, en la Patagonia chilena. —¿Te acuerdas de esos cinco días de caminata por senderos de montaña, recorriendo cerca de 80km, coronados con una subida de 1km en la que pasamos de 500 y tantos metros a más de 800?— me dicen.
Cómo olvidarlos. En mi actual condición física (sin hacer ejercicio regular desde hace nueve meses), completar el recorrido de la W invertida en las Torres del Paine fue probablemente el mayor desafío físico y psicológico que he tenido en mi vida. Para personas en mejor estado físico seguro no es la gran cosa, pero para este gordito, lo es. Sobre todo si sumamos problemas meteorológicos como un día entero de fuertes lluvias y vientos que nos dejaron empapados y con mucho frío, y con la moral muy baja. Aunque la miseria humana nos une, y he de reconocer que esa fue la mejor velada del viaje, cuando en el refugio Los Cuernos, los que acampábamos allí nos reunimos en torno al fuego del área común para contar nuestras batallitas del día y otras historias graciosas. Pero por supuesto, la naturaleza se encargaría de que la noche no terminase con tan buena nota, dándonos la noche más fría de las cuatro que pasamos en el parque nacional, junto con una tienda de campaña empapada con el agua de la lluvia que no paró de caer hasta que emprendimos el camino al día siguiente.
Aquel lluvioso día conocimos a varias personas que se desanimaron ante las adversidades meteorológicas, y que decidieron escapar de su trek y nos donaron parte de su comida. No parecía que el tiempo fuese a mejorar, y bromeábamos con que ellos eran los inteligentes que se iban a tiempo. Pero estábamos en la Patagonia, donde el clima es caprichoso, y al día siguiente tuvimos algo de tregua por parte de la lluvia (mas no del viento). Dos días después, cuando nos levantamos antes del amanecer y vimos la luna llena alumbrando las blancas montañas que rodean el campamento Las Torres, con varias estrellas asomando entre las copas de los árboles que protegían nuestra tienda, supe que nuestra decisión había sido la acertada.
Una hora después apreciábamos cómo el astro rey teñía de carmín la cúspide de las tres Torres del Paine, con un cielo completamente despejado de fondo y una luna que se negaba a dejar de bañar con su luz a la otra parte del valle. Este último ascenso, el cual parecía ser una escalera de un kilómetro de longitud, había sido el más duro, pero también el más recompensante. Allí estábamos, en el mirador de la base de las torres, contemplando cómo cambiaban de color mientras el opaco lago que se encuentra en la base esperaba su turno para brillar con la luz del sol. El viento arreciaba y perturbaba la superficie del lago, impidiendo que se formase un reflejo de las torres, y obligándonos a abrigarnos cada vez más. Sin embargo, nada podía borrarnos la sonrisa de la cara. Lo que muchos no llegan a contemplar en varias visitas a las Torres del Paine, nosotros lo estábamos disfrutando en nuestra primera aventura.
Ahora bien, el parque nacional no es solamente las torres, aunque está bien claro de dónde obtiene su nombre. En los cuatro días anteriores, habíamos contemplado lagos de aguas celestes como el Pehoé y Nordenskjöld; el gran río de hielo conocido como glaciar Grey y los témpanos de hielo que se desprenden del mismo y luego pululan por el lago que porta el mismo nombre; otras montañas impresionantes del macizo del Paine, como Los Cuernos. Nuestro viaje estuvo repleto de grandes momentos, pero el poder ver las torres con tan buen tiempo fue la guinda para finalizar nuestras aventuras. Justamente, ir al parque nacional Torres del Paine y no poder ver las torres causaría un bajón de ánimos a cualquiera, aunque los días anteriores hubiesen sido magníficos.
De este primer viaje a la Patagonia me queda un muy buen sabor de boca, aparte del dolor de piernas; pero sé que este último se acabará pronto, mientras lo primero estará siempre en mi mente para tratar de convencerme de volver al fin del mundo a realizar otra aventura de excursionismo. Queda mucho por explorar: los recorridos de la Q o de la O en Torres del Paine, el parque nacional Los Glaciares… Por más que mis piernas intenten discutir conmigo sobre el tema, sé que todas las cosas positivas y la sensación de haber obtenido un gran logro en mi primera experiencia en las Torres del Paine silenciarán la opinión de mis pobres extremidades. Volveré, Patagonia; volveré, Torres del Paine.
Marilyn Diéguez
Excelente experiencia… Felicitaciones por haberlo conseguido!
Carlos V. Ho Diéguez
¡Muchas gracias! La verdad es que es una de las mejores experiencias de mi vida. 🙂
Caminando la W de las Torres del Paine — Día 0 | El perro viajante
[…] Este es un relato detallado de mi aventura recorriendo a pie la W invertida en el Parque Nacional Torres del Paine, en la Patagonia chilena. Puedes leer un breve resumen de toda la experiencia aquí. […]
Barry Swan
Me encanta la foto con las kayaks. Algo que muchas veces es dificil de entender es la escala de todo. Estabamos en los lados de las montañas tomando muchas fotos, y todo se ve chiquito. Por ejemplo, la foto de Glaciar Grey – la ‘boca’ mas cercana probablemente tiene una ancha de mas que un kilometro.
Aunque las fotos son espectaculares, solo hay una forma para disfrutar todo de verdad – visitalo!
Carlos V. Ho Diéguez
Siempre que puedo trato de hacer fotos donde haya una sensación de escala, justamente por lo que mencionas. La foto solamente de los témpanos sería bonita pero aburrida; con los kayaks impresiona al notarse el tamaño de esos gigantescos bloques de hielo, que al final no son más que pequeños trozos que se han desprendido del glaciar Grey.
Y sí, estoy completamente de acuerdo. No basta con ver fotos, ¡hay que recorrer las Torres del Paine uno mismo!